Los coaches decimos que hay que aprender a ser adultos responsables para poder llegar a ser protagonistas de nuestra vida. Si esta fuera una película diríamos que nosotros somos quien escribe el guión vital. Ahora bien, uno de los obstáculos más frecuentes es que estamos desconectados de quienes somos realmente, y ni siquiera lo sabemos.
Nos movemos por la vida con prisa para hacer cosas, para conseguir cosas, para tener cosas, cumpliendo expectativas o lo que nos parece que son necesidades imprescindibles. Ponemos la mirada hacia fuera, y la felicidad también. ¿Sabemos de verdad para qué, y hacia dónde vamos? Quizás simplemente seguimos los patrones que nos han dictado y hemos aprendido, o los estándares sociales que creemos que tenemos que cumplir. O quizás sólo nos alimenta el ego, y sin embargo nos sentimos perdidos o fracasados.
De pequeños nos hace falta el reconocimiento de los padres, su atención, cuidado y protección para poder sobrevivir y desarrollarnos correctamente. Buscarlo es innato. Y si tenemos hermanos, además tenemos que competir con ellos para obtener nuestra porción de territorio en cuanto a los padres. Para ello aprendemos la manera que mejor nos funciona a cada uno en el entorno familiar concreto en el que nos encontramos. Es decir, la que nos da buen resultado. Pero si no obtenemos esta atención, inconscientemente haremos lo que sea para obtenerla aunque sea de forma negativa, como por ejemplo que nos regañen, o nos castiguen.
Estas conductas aprendidas pueden ser por ejemplo portarse bien haciendo todo lo que quieren los padres, o portarse mal continuamente, o quejarse de todo, o ser déspotas, o graciosos, o serviciales, etc. Si este comportamiento funciona y la vamos repitiendo, sea lo que sea, el cerebro lo graba como un programa de supervivencia. Y luego lo reproduce de forma automática en las diferentes situaciones de nuestra vida, aunque no sean en la familia, como por ejemplo en la escuela con los maestros y los compañeros, en el trabajo con los superiores y los colegas, etc. Lo llamaremos el guión vital o la estrategia de vida.
El problema surge cuando esa estrategia inconsciente y automática, que nos ha servido para sobrevivir y nos ha sido útil en muchas ocasiones, comienza a estorbarnos. La trampa es que nos identificamos con una determinada forma de hacer, y pensamos que somos así. A menudo culpamos a los demás de las cosas que nos pasan, o creemos que es su actitud la que nos hace sentir mal. O sea, nos victimizamos, y por lo tanto perdemos el poder de liderar nuestra historia.
Cuando no estamos alineados con quienes somos verdaderamente, estamos más estresados ??y nos acabamos desorientando o perdiendo. Es la causa de muchos problemas emocionales, relacionales e incluso de salud. Parar es la clave. Y es en este silencio interior cuando podemos observar sin juzgarnos, y ser capaces de darnos cuenta de lo verdaderamente importante, lo que nos llena y nos hace felices. Podemos escuchar nuestro diálogo interno -la emisora ??que está constantemente encendida dentro de la cabeza-, tomar distancia y recolocarnos, salir del bucle. ¡No somos nuestros pensamientos! Estos siguen patrones definidos, automatizados, estamos dando vueltas al pasado que ya no existe o el futuro que no ha llegado, pero solemos imaginarlo negativo. ¿Y el presente, donde lo dejamos?
La pregunta eterna: ¿Quién soy? Cuando paramos el pensamiento para sentir y disfrutar plenamente del momento, estamos presentes con conciencia. Simplemente somos. Es cuando obtenemos la serenidad y el bienestar que tanto deseamos. Aparte de estar constantemente haciendo y pensando, hay este ser auténtico, sin expectativas, sin miedos, sin juicios. Pocas veces nos lo planteamos, creemos que no podemos parar porque es perder el tiempo, o porque no es lo suficientemente importante.
Si ya no es beneficioso sino que nos perjudica, debemos desaprender este guión automático para aprender a conectar al máximo con nuestra esencia y desarrollar todo nuestro potencial. Esto nos permitirá estar en armonía, sabremos más claramente qué queremos y podremos conseguir lo que nos proponemos sin tantas limitaciones. En definitiva, llevaremos las riendas de nuestra vida, o dicho de otro modo, escribiremos y protagonizaremos nuestro propio guión vital.
Si no nos sentimos seguros de saber hacer este trabajo personal y lo estamos pasando mal, es importante pedir ayuda a un profesional, un guía externo que nos acompañe en este proceso de ir subiendo cada escalón, con método y de forma protegida.
“El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos caminos, sino en tener nuevos ojos” Marcel Proust
Artículo publicado en la revista Gidona de junio 2017 (original en catalán)